domingo, 26 de julio de 2009

Los éxitos de una buena educación

En la actualidad hablar de educación es hablar de futuro hoy en día no solo se necesita de un lápiz o de un cuaderno en donde escribir si no, de un muy buen manejo de los recursos tecnológicos, es así como profesores y estudiantes deberían de conocer y vivir de experiencias para lograr éxitos en su educación.

La predisposición para enseñar por parte de los profesores no es lo único que se debe de tener para ser un buen docente si no saber resolver junto a sus estudiantes los problemas que se encuentren en el desarrollo de la clase, es así como podremos evaluar la capacidad de ellos, y el conocimiento que se necesita para aplicarles a sus alumnos los valores básicos y el respeto mutuo que debe de existir entre todos.

La necesidad de investigar por parte de los seres humanos nos ha llevado a saber que las clases más apreciadas son aquellas con gran exigencia, pero también con muchas oportunidades para revisar y mejorar el trabajo antes de ser calificado, aprendiendo así de los errores cometidos. Antes de criticar a alguien siempre hay que superarlo así es como se empieza a ser buenos estudiantes y saber que no solo todo lo te digan tus amigos te va a servir si no también lo que digan las críticos, para sobrepasar los caminos que se hayan obtenidos hasta el momento.

La duración de la clase también es un punto que es mal visto por los estudiantes ya que hay docentes que en vez de enseñar de una manera didáctica lo hacen de forma antigua; y es allí en donde no se le da la utilización necesaria a las herramientas actuales que han sido creadas con el objetivo de mantener a la educación como una de las principales materias para el desarrollo de la humanidad.

Conocer a los profesores como unos buenos amigos es parte de el aprendizaje de hoy pero creer que el estudiante es una maquina que puede permanecer prendida todo el día no lo es; para bien llevar a la clave de la educación se necesita saber ¿Que es lo que se quiere? Y saber que como personas podemos tener errores y que no todo es siempre perfecto, si no más bien aprender de ellos para ser hombres de bien.

Los buenos instructores hacen preguntas a sus alumnos, para invitar a la reflexión y sumergir a los alumnos en los intereses de la disciplina.

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